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jueves, 15 de mayo de 2008

Apatía hacia el debate de la Reforma Energética


hace unos días, El Universal publicó unas fotos de la carpa que instaló el FAP en la Alemeda central con capacidad para más de 600 personas, de las cuales asistieron un cifra cercana a 40 personas.


Esta foto es reflejo fiel de la apatía que existe en torno a la discusión petrolera. Más allá de algunos círculos sociales, y de discusión nacional, la realidad es que es un tema que no concierne a la ciudadanía. La razón obedece a la complejidad discursiva y técnica que impera en todas las discusiones, aunado, adicionalmente a la nula percepción que se tiene de las utilidades petroleras.


También podrías incluir en el análisis variables como elección racional y el costo que representa asistir a debates donde la influencia es mínima es alto. O bien podemoes recurrir a explicar el fenómeno desde la óptica de la cultura política y su escaso nivel en nuestro país, reflejado en la poca participación.


El debate energético polariza a la población y se vuelve una lucha de posturas antagónicas donde no hay más que privatizar y no privatizar. Todos los ramales que se desprenden de estas dos posturas irreconciliables entre sí vienen a dar vida a una serie de argumentos metafísicos y poco comprensibles para la gente en general, tal es el caso de la tan cuestionada "Soberanía Nacional". Esto, perdón, no es debate.



Pero más allá de explicar en demasía cualquiera de estas cosas simplemente me comentaré a decir que la gente no participa porque no tiene los incentivos para hacerlo, tiene la percepción de un país estancado, una clase política corrupta y veniflúa que dirige los debates, y la idea de que Pemex es de los mexicanos, al menos en el papel, porque salvo Romero Deschamps y su reloj de medio millón de pesos, al resto no le queda mucha idea qué pasa con ese patrimonio nacional. En el país no hay debate, hay ruido partidario.


La ausencia de líderes con altura moral para hablar a la Nación y ordenar con su liderazgo las acciones es más que evidente. De hecho es aquí cuando parece que México tiene en Calderón un Jefe de Gobierno, pero no tiene un Jefe de Estado.


En suma, el problema de este país en los últimos años es que aunque en la ley dice que tenemos un Jefe de Estado, en la realidad esto es letra muerta.

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