Ocultar barra Blogger Mostrar barra Blogger

lunes, 31 de marzo de 2008

El panegirista de la ultraderecha

Hace unos días conocimos la intención de Emilio. Emilio González Márquez, Gobernador de Jalisco, se propone donar noventa (90) millones de pesos del erario público para la construcción de un santuario dedicado a los "cristeros" en Jalisco. Circuló la información y presenciamos como el flamante gobernador le dio un adelanto de treinta (30) millones al cardenal Juan Sandoval, arzobispo de Guadalajara.


No hay intención por ahora de abundar en la personalidad del cardenal, sin embargo, su historia como seminarista y como luchador de box en su juventud son sin duda, un largo tema de conversación. Pero más allá de eso, hablemos del teocrático jalisciense.


Mucho se ha hablado de la radicalización política y la polarización de las posturas frente a determinados temas. Especialmente, la pugna en este país entre la izquierda y la derecha es particularmente visible. La derecha siempre ha acusado a la izquierda de reaccionaria, radical, poco tolerante y hasta peligrosa. No obstante, hoy, la ultraderecha, que no la derecha, ha mostrado su rostro siniestro, igualmente radical y peligrosa. La ultraderecha tiene muchos motes: el más famoso de ellos es el "yunque".

El yunque no existe. Lo que existe es una serie de organizaciones como MURO, DHIAC, ANCIFEM y muchas más que juntas y entre ellas forman el hilo conductor del fantasma que todo mundo conoce como "yunque". Es bien sabido además que muchos de estos fanáticos militan en las filas de Acción Nacional. Nada de qué enorgullecerse.

Para ir más allá, al denominado "yunque" se le asocia con la religión católica en su ala extremista. Si bien es cierto que los "mochos" o católicos radicales que pretenden aplicar los preceptos canónicos a pie juntillas en la vida diaria son parte cotidiana del "yunque", no hay que olvidar que el movimiento va más allá de lo religioso y combina a lo político. Es decir, las esferas de lo religioso y lo político están mezcladas. Una vez más el eterno dilema de lo público y lo privado. Tal vez aquí quepa eso del teocrático jalisciense.

Pues bien, Jalisco se conoce por ser uno de los estados de la República donde abundan los seguidores de la doctrina "yunquista": aquella que pretender instaurar el Reino de Dios en este mundo y forja a las almas en el yunque del espíritu de Cristo y su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Siendo así se entiende entonces que pueda florecer allá una donación de noventa (90) millones de pesos del presupuesto público para un santuario cristero.

El tribunal de la opinión pública jalisciense probablemente no oponga resistencia ni dicte sentencia condenatoria, es más, probablemente los tapatíos aplaudan la decisión. No obstante cabe decir que una democracia que pretende consolidarse y cuyos cimientos laicos aún son débiles, la donación de dinero público para un templo no puede ser posible.

Justamente este tipo de cosas son aquellas que dan pie para que los anticlericales digan -y con razón- que la Iglesia debe mantener sus narices fuera del asunto público. La Iglesia es muy poco articulada en sus posiciones políticas y no se ha dado cuenta del enorme peso que lleva sobre sí y la enorme responsabilidad que esto acarrea.


La Iglesia no tiene mucha defensa: con un Papa que ha abolido el Limbo por decreto y por otro decreto "instituye" al infierno como un lugar de castigo físico y asegura que hay almas que habitan en él; la entrada en vigor de las nuevas palabras de la Consagración donde se cambia el "Todos los hombres" por "Muchos de los hombres", excluyendo así a una parte de esta humanidad, permitiendo las misas en latín y creando los "nuevos" pecados... No hay para donde voltear. Y además, la Iglesia mexicana, representada por personajes como el cardenal Sandoval de Guadalajara, recibe gustosa la donación de los millones de pesos del gobernador para su nuevo santuario. Aquellos que han advertido sobre la peligrosidad de la radicalización de las posturas, no se equivocan al decir que una izquierda reaccionaria y radical es peligrosa, pero tampoco se equivocan al afirmar lo mismo de la ultraderecha que, con sus donaciones y sus diezmos de millones y millones de pesos, pretenden demoler las instituciones de la República que, ya de por sí, son débiles y atacadas por múltiples voces.

Lo menos que nuestro país necesita en este momento, donde los actores políticos son víctimas de los medios de comunicación voraces, donde la opinión pública vale más que cualquier sentencia y donde la ley se acostumbra negociar, donde los escándalos de Mouriño y López Obrador, de Ortega y Encinas, etc., es que se le añada a este sazón una peligrosa ultraderecha que, por radical, tampoco respeta a la República y sus instituciones. El gobernador de Jalisco, Emilio González, como todo un panegirista de la ultraderecha, contamina la esfera pública y enturbia el debate político, donde nadie necesita, además de lo que ya existe, a una ultraderecha que como dije, muestra su rostro cínico y perverso.

No hay comentarios.:

Ratings patrocinados por Outbrain