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martes, 10 de abril de 2007

a Ver a Cruz

¿Por qué tanta crítica a las playas “Marcelo” ubicadas en la Ciudad de México, si todas las playas en vacaciones de Semana Santa están igual o peor infestadas de gente? (Fotografía derecha: playa en Villa Olímpica, Ciudad de México)




A continuación la descripción fotográfica (y colorida) de la playa Miami, ubicada en Boca del Río, puerto de Veracruz, Semana Santa abril 2007.

Cientos de automóviles repletos de gente con los toldos enarenados por el típico “norte” veracruzano que golpeó el puerto el jueves santo - en nuestro caso el viento estaba ensimismado en herirnos – Pero el viernes regresó el día soleado, animando a todo aquél acalorado a refrescarse en el mar. Encontrar estacionamiento cercano a la playa, no fue fácil, un estacionamiento improvisado (en el cual sufrimos un atasque repentino de llantas al salir de ahí, pero la libramos); peor aún encontrar un toldito, más bien, sombrillita con mesa para tirarnos cual lagartijas a tomar el sol.

Sombrillita con mesa ubicada exactamente en frente de la señora de puesto de pescao, marisco, mango, piña, michelada, y más pescao porque ah como oreaba nuestro lugar el fresco olor a mojarra. El mar a unos cuantos pies, nada bondadoso por sus olas, pero suficiente para que miles de personas rebosaran en él junto con sus niños, sus inflables de ballenas y tablas de surf que te golpeaban “sin querer” cuando los revolcaba la ola. Un accidente (o más) de bikini caído y calzón a media nalga de varios, deslumbraba el paisaje marítimo.

Y en eso: ¿Qué es lo que se oye? Es acaso, ¿mú-si-ca ? Pues es un ritmo pegajoso, pum pum ooon ooon.. Reggetooouuooon. En cada esquina, en cada restaurante, en los autos con ventanas abajo, en el antro, los chows montados en la playa, absolutamente todo el paisaje vacacional estaba editado con surrounded reggetonesco. Las mujeres lo bailan, los hombres ven cómo se mueven. Y lo que queda por hacer, pues adaptarse, - báilalo, báilalo - como dice una de dichas canciones.

Otra es la travesía para entrar al antro, como en varios lados, sólo hay un par de antros de moda que - cual metro bus a hora pico - saturan el lugar para que se sienta el power mexicano, todos juntos como hermanos. La regla es hacer reservación dos meses antes, porque en verdad, se ponen groseros en la entrada, que por cierto hay que hacer un cierto tipo de malabarismo y/o rapel, para entrar, ya que las escaleras están de adorno. La alegría viene cuando te venden una botella a una quinta parte de lo que te cuesta en la Ciudad de México, o por lo menos al 2x1, y nada de andar dejando excesivas propinas por el servicio, lo normal 10%. La tristeza llega cuando te das cuenta que tienes unos cuantos años más, que el promedio de edad en el antro, la reivindicación se logra cuando el aguante hasta el amanecer sigue su tradición.

Cómico cuando entras a un restaurante y lo primero que te advierten es que tu comida no estará lista porque son muy lentos y que ya hasta tuvieron un problema con un cliente por eso. Vale la pena la espera, y más la advertencia, se come bien.

Lo enriquecedor de cuando fuiste a Ver A Cruz, es que te la pasas muy bien, es tan humorista vivir todo este tipo de situaciones que se disfrutan, te ríes, te relajas, te diviertes demasiado, tanto, que de regreso a casa sólo pides descansar de las ajetreadas vacaciones.

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