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miércoles, 14 de febrero de 2007

Andrés Manuel López Obrador: entre los Principios y la Soberbia

Andrés Manuel López Obrador, pudo haber perdido no solo las elecciones del 2 de julio del 2006, con sus acciones y actitud pudo haber perdido también la posibilidad de guiar un proyecto de nación viable en los próximos años.


A tan solo unos meses de concluido el proceso electoral y la toma del nuevo gobierno, me he puesto a pensar en algunos puntos que considero relevantes en torno a López Obrador, especialmente en su papel durante la campaña presidencial y sus acciones posteriores al día de la elección.


Es importante señalar que no pretendo cuestionar las propuestas ni el perfil del ex-candidato presidencial; sin embargo, desde hace tiempo he tenido la necesidad de compartir algunos puntos de vista sobre su derrota y lo que a mi juicio afectará su desempeño político en los próximos años.


Más allá de lo cuestionado de la elección (dado que no llegaría a ningún lado tratando de defenderla o criticarla), me gustaría centrarme en las acciones de López en dos momentos fundamentales:

  1. La campaña presidencial.
  2. Después del día de la elección.


La razón de hacer explícitos estos dos momentos tiene que ver con la relación causa-efecto derivada de las acciones. El primer punto tienen que ver con el desenlace de la jornada electoral; el segundo con el proyecto y el futuro político de López Obrador.

Sobre la campaña presidencial, sobra decir que se desarrolló en un ambiente complejo donde la mayoría de nosotros no vislumbró de manera clara el realce de Felipe Calderón posterior a su designación como candidato de Acción Nacional ocurrida en los últimos meses de 2005.



En la gráfica anterior sobre la opinión efectiva de los candidatos es ilustrativa en el sentido del desarrollo de las campañas. En agosto del 2005, Calderón inicia con tan solo un 8 puntos de popularidad contra 51 de López Obrador. Si bien este número se incrementó sustancialmente con la elección interna de Acción Nacional para designar candidato presidencial, gracias a la exposición mediática, tenemos que para noviembre de ese año, después de ganarle la candidatura al precandidato "oficial" Santiago Creel, Felipe había alcanzando ya 27 puntos de popularidad.

Si bien la popularidad no es sinónimo de intención de voto, al final sí vemos una relación estrecha entre ambas.


Lo fundamental aquí es la siguiente cuestión: ¿Cómo fue posible que López perdiera la elección estando 10 puntos arriba de Calderón a tan solo 4 meses del día de la votación?

Esta cuestión puede ser explicada por dos factores fundamentales: La campaña sucia de Acción Nacional y la tardía respuesta de López y el PRD a los ataques.


En marzo del 2006 a 4 meses de la elección López se encontraba arriba en la intención de voto por casi 10 puntos porcentuales. Fue en estas fechas también cuando comenzaron los primeros spots televisivos dando el mensaje de "López Obrador, un peligro para México" combinado también con errores tácticos importantes como el llamado efecto "chachalaca", su rechazo a asisitr al primer debate, la inclusión de políticos de trayectoria priista en la campaña y finalmente la intromisión a todas luces del presidente Fox con la difusión de los programas sociales en apoyo al candidato del PAN.



Gracias a estos hechos, las encuestas rápidamente comenzaron a disminuir en la intención de voto a López , siendo el diario Reforma la primera encuesta que declaró un empate entre los dos punteros a poco menos de 3 meses para la elección. Lo anterior después de 3 semanas de golpeteo mediático contra el PRD y su candidato.

Lo que es de llamar la atención fue la poca o nula respuesta en la estrategia de Andrés Manuel para responder rápidamente a las agresiones lanzadas en su contra. Sus declaraciones eran categóricas cuando se le preguntaba al respecto haciendo alusión a "encuestas cuchareadas" y que finalmente "no se puede engañar al pueblo, el pueblo no es tonto". Lo que nos deja ver su incapacidad de adaptarse con rapidez a las variaciones del entorno y sobre estimar la capacidad analítica del electorado mexicano promedio.

Resulta increíble pensar que su gente cercana no lo haya alertado de esta situación con antelación dado lo evidente de la situación. Sin embargo fuentes cercanas a Andrés Manuel hablaron del total rechazo de éste por contraatacar, argumentando que su campaña no caería en provocaciones.

La estrategia era clara y simple, hacer una campaña a nivel de suelo, dando mayor relevancia al contacto directo con la gente más allá de grandes gastos en medios masivos de comunicación, aunado a un distanciamiento metadiscursivo con sectores empresariales y grupos de interés para no tener compromisos que lo ataran de manos cuando asumiera el poder. Era una estrategia que era justificable en un escenario donde las tendencias a su favor se mantienen sin cambios sustantivos, un escenario que distó mucho de ocurrir en la realidad.


El problema en realidad no estribó en la estrategia, misma que estaba diseñada para un hecho que se mantuvo prácticamente imperturbable durante los 2 años anteriores al comienzo de las campañas, el carácter de "indestructible" de López, cimentado en altísimos índices de popularidad. El problema fue producto de no comprender el momento político en su totalidad, traducido en inopia ante las circunstancias derivadas a partir de marzo del 2006 por la centralización de la toma de decisión en una sola persona: el candidato.

Cuando fue más que evidente la caida en las preferencias lopezobradoristas resultó ser tarde para contratacar mediáticamente. El daño causado a la imagen de López entre marzo y mayo (como se muestra en la gráfica también) por la campaña sucia y los errores tácticos resultó decisivo a pesar de haberse incorporado a esta campaña con el tema del Fobaproa. Incluso, entrando en terrenos netamente especulativamos quizá de no ser por el impacto mediático que tuvo el efecto del caso "Hildebrando", a un mes de la elección, López no habría alcanzando el empate técnico el 2 de julio.


El resultado de la elección es por demás conocido y mucho se podría argumentar en contra del proceso electoral en el sentido técnico y argumentar la existencia de un fraude; sin embargo no hay que perder de vista que no hay elecciones perfectas y que todas tienen un margen de error producto de la complejidad de su organización. Lo que no hay que perder de vista es la existencia de complejos mecanismos en la ejecución de los comicios que hacen la realización de un fraude algo prácticamente imposible. Lo que sí hubo claramente fueron irregularidades que combinadas con un resultado cerrado propiciaron que éstas lucieran magnificadas y que pudieron en dado caso resultar determinantes en el resultado final.


Como conclusión a esta primera parte podemos decir que en efecto hubieron elementos cuestionables en su carácter moral, ético y legal que influyeron en las tendencias electorales. Pero a pesar de la existencia de éstas, no podemos soslayar la complicidad del vértice de la campaña de López, él mismo que de haber asumido una actitud más pragmática habría podido mantener, si bien no los 10 puntos de diferencia, sí una cómoda ventaja sobre Calderón que le diera holgura al resultado y minimizara las inherentes irregularidades de todo proceso electoral. El error político producto de la soberbia costó muy caro, lo que deja de manifiesto con claridad que una estrategia correcta puede soportar errores tácticos sin variar sustancialmente el resultado.

En lo que respecta al segundo punto del presente, la situación resulta un poco más compleja para su análisis, en razón de sus consecuencias a futuro.

Más allá de la simpatía que genere en cada persona la figura de Andrés Manuel, se debe partir del punto de lo legítimo y por qué no, hasta necesario de encabezar un proyecto político de izquierda en un país que no ha generado el bienestar económico y social esperado posterior a la adopción del modelo económico en la década de los 80's. El incremento de la pobreza y la polarización social es una realidad que puede ser observada a través de diversos fenómenos como la migración. Es por ello, que más allá de los prejuicios y pasiones que cada uno tenga en materia, la existencia de un proyecto serio de izquierda no solo se agradece, sino que se necesita.






Cualquier hombre que intente ser bueno todo el tiempo terminará yendo a la ruina entre la gran cantidad de hombres que no lo son. Por lo tanto, un príncipe que quiera conservar su autoridad deberá aprender a no ser bueno y usar ese conocimiento, o prescindir de su uso, según las necesidades que se presente.
Maquiavelo, El Príncipe.




A pesar de la importancia de tener un proyecto de izquierda, en México se adolece de una izquierda de trayectoria y claramente diferenciada en la oferta política, por tanto, el único proyecto que tiene el potencial de tener injerencia directa en el país es el que encabeza el excandidato presidencial López Obrador.

Por este motivo externo algunas conclusiones que he obtenido de observar los sucesos ocurridos después del 2 de julio.

Es una realidad que una de las mejores estrategias de un político en su búsqueda de obtención de poder es mantenerse fiel a sus principios, tal y como ha ocurrido históricamente en casos históricos y célebres de grandes personajes como el de Charles de Gaulle durante la 2a Guerra mundial, que posterior a erigirse como líder francés en un contexto de guerra, no pudo concretar su proyecto político en las instituciones contra el poder de los partidos que a su juicio no permitían sacar a Francia del estanco. Después de fracasar en su intento de reformar el régimen pasó 12 años en el exilio político antes de que la situación y la inestabilidad de la 4a República Francesa lo trajeran de nueva cuenta a escena y fuera aclamado como el líder que Francia necesitaba. Durante estos años modificó su discurso agresivo contra los partidos cambiándolo por uno nacionalista y de la necesidad de llevar a Francia al lugar que le correspondía. Un discurso que sedujo a los franceses y lo llevó al poder para convertirse en el forjador de la Quinta República Francesa, misma que continúa hasta nuestro días y que está caracterizada por un sistema presidencial.


La enseñanza de De Gaulle es clara. Nadie duda del liderazgo que López ejerce sobre un sector importante de la población mexicana. Sin embargo, su discurso agresivo le ha hecho ganarse enemigos incómodos que ciertamente obstaculizaron su ascenso al poder. Pero más allá del discurso hay algo cuyo peso tiene más repercusiones y esto es, las acciones de resistencia encabezadas por él en relación al fallo del Tribunal Electoral.

Todos podemos coincidir en el legítimo derecho de protestar por el resultado de la elección, sin embargo, la radicalización del discurso y sobre todo su salida del cauce institucional pueden traer consigo la debilitación de su proyecto hasta su extinción. La legitimidad de su proyecto lo situaban en posibilidades claras de ser el sucesor natural de Calderón en caso de que este no llenera las expectativas mínimas de la población.

México es un país que ha transitado lentamente a la democracia a través de una liberalización prolongada que no ha traído consigo la adopción por completo de las ideas democráticas en la clase política mexicana. López Obrador ha sido un claro ejemplo al no aceptar el resultado electoral y declarar su desconocimiento abierto a las instituciones mexicanas. especialmente aquellas que tienen su jurisdicción en el ámbito electoral.

La creación de un gobierno "legítimo" paralelo al Constitucional afecta directamente en el proyecto izquierdista nacional. La adopción del cauce institucional es fundamental en cualquier democracia al ser el único camino viable para lograr una convivencia pacífica y la creación de consensos entre las diferentes fuerzas políticas. No se cuestiona la infalibilidad de las instituciones, pero resulta imprescindible comprenderlas como la única vía posible para transitar y solucionar los problemas, entre ellos, el perfeccionamiento de las instituciones mismas. Eso sucede en las democracias, y en realidad, es el mínimo camino para lograr un desarrollo en materia que se traduzca para todo el país.

El rechazo al llamado gobierno legitimo es generalizado. López Obrador debió ser cauto una vez dado el fallo del tribunal y reintegrarse, como el resto del PRD lo ha venido haciendo, a la dinámica institucional. La posición natural de Andrés Manuel debió encausarse con una figura similar a una "jefatura de oposición", misma que a pesar de ser netamente simbólica, estaría respaldada por 15 millones de votos, mismos que obtuvo en el proceso y que habrían de ser cultivados y capitalizados en caso de que en 6 años, quisiera volver a competir por el puesto que le corresponde históricamente y que por su soberbia parece empecinado a renunciar.

Si bien el presente, pudiera resultar un análisis simplista de la situación, es una realidad irrefutable la poca popularidad que el movimiento paralelo ha cosechado. Porque si es una realidad que el otrora candidato presidencial se ha mantenido fiel a sus principios, cosa que se le reconoce abiertamente, también ha quemado gran parte de su capital en aras de defender una causa que su soberbia le hizo perder y que no tiene vuelta de hoja: la elección presidencial del 2 de julio.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por las ligas, las revisaremos.

Saludos

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