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lunes, 19 de febrero de 2007

ReformaS del Estado

La Reforma del Estado es continuamente nombrada por los políticos, medios de comunicación, analistas e intelectuales, pero al parecer nadie se toma la molestia de explicarle al ciudadano lo que ello significa.

El entendimiento más acertado del término, depende desde el punto de vista de dónde lo queramos ver. Hay una gran variedad de reformas del estado, que con sólo buscar el término, se encuentra que reformar al Estado incluye cambiar el régimen político, social, administrativo-institucional, económico, jurídico. Lo más usual es que se confunda al Estado con el régimen político, es decir, con la forma de gobierno (presidencial, o parlamentaria); pero también se suele confundir al Estado con el tipo de política económica que se tiene en una nación, es decir, si es un Estado neoliberal, interventor o mediador de la economía en su país.

Reforma implica cambio; cambio significa romper con lo anterior y hacer algo nuevo. Cuando en una nación hay graves crisis que llevan a golpes de estado, revoluciones, elecciones y nuevas constituciones, es cuando se puede hablar de una completa Reforma del Estado, porque la forma de gobierno, la institucional, económica y jurídica son construidas y normalmente fundadas en una nueva Constitución. Pero cuando ello no sucede, entonces las reformas se van dando gradualmente, como ha sucedido en México, donde los cambios se han dado paso a paso, adecuándose a las exigencias ya sean políticas, jurídicas, institucionales o económicas. Es por ello que en México es imposible hablar de una Reforma del Estado, más bien existen las ReformaS del Estado.

El 13 de febrero del presente año, los senadores aprobaron una iniciativa de ley sobre la Reforma del Estado, que más que implicar una reforma como tal, contiene el compromiso de los legisladores en formar un grupo especial de discusión y negociación para que a más tardar en un año, aprueben cambios en los siguientes rubros: 1) Régimen de gobierno; 2) Democracia y Sistema Electoral; 3) Federalismo; y 4) Reforma al Poder Judicial. Estos temas son los seleccionados en dicha iniciativa pues representan problemas que deben solucionarse con mayor urgencia, debido a la ingobernabilidad generada por la figura de gobierno dividido; a las ineficiencias demostradas por el sistema electoral; al mal funcionamiento del federalismo; y al viciado sistema judicial.

Existen muchas propuestas para estos cuatro temas, la más sonada en la reforma política es la implantación del Jefe de Gabinete, quien “debe ser un funcionario designado y removido por el Presidente, pero ratificado por una de las Cámaras del Congreso, lo que facilitaría la cooperación política entre el Congreso y el Gobierno”; al parecer ésta reforma sí podría darse, pues los representantes de los principales partidos políticos acuerdan en ello. En el ámbito electoral, la discusión se centrará más en la fiscalización de los partidos, los tiempos de campañas, y sobre todo la segunda vuelta electoral para darle plena legitimidad al ganador de las contiendas. Las propuestas para el federalismo implican otorgarle mayor ejercicio fiscal a los municipios y entidades federativas para el manejo de recursos y por tanto la administración de ellos según sus necesidades. Y en cuanto al sistema judicial, se pretenden cambiar las instituciones jurídicas desde su base, de tal manera que los servicios legales puedan aplicarse de manera general, pronta y expedita (o al menos eso dicen).

Faltarán muchas cosas por hacer, otros rubros que no se están cubriendo, pero por algo se empieza. Ahora lo que nos toca exigir, es que cumplan con este compromiso, que confieran su voluntad para negociar y después para acordar, más allá de sus intereses partidistas y ambiciones políticas. Por lo pronto los aires se ven animosos, alberguemos esperanzas en nuestros acostumbrados fallidos representantes políticos.

1 comentario:

Unknown dijo...

En efecto, las Reformas del Estado es un tema a discusión en México desde el sexenio de Zedillo principalmente. Incluso fue Zedillo quien al inicio de su gestión en 1994 presentó reformas importantes al sistema judicial dotándolo de mayor autonomía, así como la necesidad de ratificar al Procurador de la República entre otras características.

También se logró la reforma que dio total autonomía al IFE en 1996 y que integró el primer consejo puramente ciudadano que organizó las elecciones intermedias de 1997 que dio como resultado la primera legislatura sin mayoría absoluta priista en la cámara de diputados. A pesar de que aquella legislatura no causó mayores inconvenientes al Ejecutivo (en parte por la habilidad política del Dr. Zedillo), se vio la necesidad de reformar el Estado en varios sectores, el politico y el fiscal principalmente como resultado de la nueva relación entre el Ejecutivo y el Legislativo en función de lo que se denominó gobierno dividido.

Sin embargo, la llegada de Vicente Fox al poder dio la falsa ilusión de que México había transitado a una verdadera democracia en donde a pesar de hablarse con mayor fuerza de la necesidad de una reforma del Estado, quedaron evidenciadas las carencias el presidente como operador político y conciliador. Factor, que unido a la estabilidad económica (principalmente) del sexenio supuso apatía y desinterés por parte de las fuerzas políticas.

Pasaron 6 años sin que se concretaran las famosas reformas estructurales. Afortunadamente (tristemente, pero cierto) a raíz del conflicto post electoral quedó de manifiesto no solo la necesidad, sino la urgencia de retomar el tema de las reformas que traigan a la realidad actual al entramado institucional mexicano. Es de celebrarse sin duda la iniciativa de ley presentanda en el Senado en razón de la premura de cristalizar las vías de cambio para México.

Lo que muchos parecen no entender es que México a diferencia de muchos países transitó a la alternancia política no a través de un pacto como el modelo idílico español, sino a través de la liberalización. Se podría decir que llegamos a la alternancia demasiado pronto, sin haber hecho los cambios necesarios para poder lidiar con una clase política inserta en una dinámica ajena a una verdadera democracia. Han transcurrido 6 años, en los que hemos esperando cambios que redefinan el camino que el país habrá de seguir a través de la certidumbre que las institucioens brindan.

Celebro la inciativa de los senadores, pero (espero equivocarme) el hecho de que no traiga consigo una penalización el no cumplirla, nos deja a merced de la voluntad de aquellos que han demostrado no tener intención de reformar su fuente de poder, en detrimento del bienestar general.

¡Cuánta falta nos hace una crisis que permita las reformas que el país necesita! Es una lástima que el niño tenga que ahogarse para pensar en tapar el pozo.

Saludos.

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