Ocultar barra Blogger Mostrar barra Blogger

lunes, 2 de julio de 2007

Diciembre...

Era primero de diciembre del 2006. Ahí estaba yo parada frente a él, se le veía nervioso, pálido y sorprendido. Detrás suyo estaba el otro al que meses atrás se le había negado la entrada por ser un “traidor a la democracia”.

Y yo con mi atuendo de guerrillera posmoderna, sin bañarme, sin dormir y con el cansancio acumulado de una semana llena de nerviosismo y miedo, mucho miedo.

Adentro, cientos de elementos del Estado Mayor Presidencial habían tomado por asalto el Palacio Legislativo, afuera miles de seudosoldados de la PFP aguardaban el arribo de las huestes perredistas encabezadas por Andrés López Obrador.

Era un escena surrealista, diputados y senadores del Frente Amplio Progresista se liaban a golpes con personal de seguridad, mientras los panistas recién bañados y oliendo a perfume celebraran su pequeña victoria sobre las “masas”.

Yo no podía pensar bien, la falta de sueño me nublaba la razón, fue hasta que la diputada Soledad López Torres me comentó consternada que ya todo estaba perdido, que nos habían ganado.

Abajo, en mi subterránea oficina parlamentaria los asesores de la fracción perredista y personal administrativo arremetían contra una de las puertas del Pleno, armados con un sillón y huevos, los famosos huevos que se esperaban fueran lanzados contra “el espurio”, idea que al final fue desechada por el costo político que tendría.

La PFP no se hizo esperar y cercaron la oficina, adentro se distribuyeron cubrebocas con vinagre, se esperaba lo peor, y nos sentíamos solos, tan solos, aislados de todo el mundo, aunque el mundo nos estaba viendo…

En el Salón de Sesiones los priístas comenzaron a entrar custodiados por los panistas, el acuerdo estaba roto dijo el “Güero” González: Gamboa nos había traicionado, habían prometido quedarse en el Caballito..

No queda más remedio que dar la lucha, que gritar con toda la fuerza de los pulmones, que silbar y mentar madres, el espurio, el ilegitimo, Fecal chinga tu madre, Fecal el pueblo no te quiere, Fecal eres un pendejo….

Pero no se podía hacer nada contra ellos, contra la fuerza del Estado, contra la PFP, la Marina, el Ejército y sus tanquetas con agua irritante. Y yo me sentía tan pequeña, tan pequeña…

Todo muy rápido, abajo los gritos seguían. Arriba, en la Tribuna todo era felicidad: si se pudo, si se pudo. Por Dios pensé, si se pudo ¿pero vieron las condiciones en las que se pudo? ¿Qué no se dan cuenta que supuestamente ganaron por 200 mil votos? ¿Qué no les interesan los otros 15 millones de mexicanos que se pronunciaron en contra? ¿Qué no somos nada?

Salí desconcertada, caminé entre los pasillos encontrándome a Carlos Loret de Mola, Santiago Creel, Jorge Emilio González, Josefina Vázquez Mota y demás personajes, todos sonrientes, todos satisfechos de que la democracia hubiera ganado…

Fue entonces cuando salieron, miles de lágrimas contenidas, de días en campaña y meses en zozobra, de marchas y mítines, de plantones en Reforma y álgidas peleas con casi todo el mundo, de tener esperanza y luego perderla, de los cientos de rostros entristecidos. Y lloré desconsoladamente en un baño de la Cámara de Diputados, llore por toda la gente que estaba afuera descompuesta, por todos aquellos que pudieron haber hecho más que yo pero que no tuvieron la oportunidad.

Fue el final, la diputada tenía razón, habíamos perdido, después de todo el esfuerzo, el trabajo y la convicción, habíamos perdido. Oaxaca, Atenco, Lázaro Cárdenas, Pasta de Conchos, Sinaloa, Veracruz, se volverían constantes el discurso de nuestro partido, peleando por la dignidad y el reconocimiento de ser la segunda fuerza política en el país.

Yo siempre recordaré la oportunidad de ver la historia de frente, de ser parte de ella y de no haberme quedado con los brazos cruzados, de haber dicho lo que sentía, aunque de nada haya servido….


No hay comentarios.:

Ratings patrocinados por Outbrain